De la vida en comunidad y otros demonios

Son ya más de cinco meses en la ecoaldea. Primavera y verano ya idos, y un otoño recién arribado. Más de veinte semanas aquí -sin contar viajes y ausencias- y un mar de caras: nunca había conocido tanta gente en tan poco tiempo…Nuevos conocidos y nuevos amigos que, cual si fueran parte de una secta, tienen como apellido el nombre de la ecoaldea. Porque no es lo mismo decir Silvia que Silvia-Ecoaldea…y lo mismo aplica a Enzo, a Patrizio, a Giordana, entre tantos otros.

No sé si esto sea la norma cuando se vive en un lugar de esta naturaleza, aunque para ser sincera esta no es una ecoaldea normal y corriente. Este sitio, ya lo había dicho en alguna entrada anterior, es abierto a todos…Sea que vengan a almorzar o a cenar, a participar en una de las tantas actividades -propias y de terceros- que se realizan aquí o a fare una passeggiata (dar un paseo, en italiano)…De allí que, más que vivir en una ecoaldea, se puede decir que vivo en un microcosmo, en un pedacito de universo, donde nunca se sabe quién puede llegar…y sobre todo qué puede traer.

Los otros son, puede decirse, los personajes de turno, aves de paso…aunque toda vez que las vacaciones se acabaron, los otros ya son menos. Ahora estamos solo nosotros: los residentes…Y el silencio y la calma se agradecen. Al menos yo, o sobre todo yo, que entre tanta (a veces tantísima) gente he visto emerger mi naturaleza de ‘loba esteparia’, aprecio el retorno de la tranquilidad…Yo que me consideraba, todavía lo hago, sociable y extrovertida, aunque no exenta de cierta timidez; me he visto pronunciar monosílabos cortantes, esquivar miradas, levantarme de la mesa para irme a mi mundo y dar muestras de antipatía ‘moderada’…es decir: siendo suficientemente educada, mas sin invitar al otro a conversar. Asfixia…es esta la sensación. Y otro tanto de fastidio, en especial cuando alguno me pregunta: ‘¿Cómo hago para calentar la leche?’, ‘¿dónde está la escoba?’, ‘¿cuál es el password de Wi-fi?’, ‘¿queda todavía café?’, ‘¿puedo lavar mi ropa?’, ‘¿a qué hora se cena?’…Un alarido interno: ¡¡AAAAHHHH!! Y en mi mente solo el deseo de ponerme un cartel con luces de neón que diga: ‘Fuera de servicio…hasta nuevo aviso’.

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‘La vida no es fea ni bella, sino original’ escribió Italo Svevo.

Probablemente me habría quedado con mi idea de ser una tipa simpática y amigable de no haber venido a vivir aquí… Porque en este lugar, puedes correr pero no puedes esconderte. Te levantas un día cantando: ‘Hoy puede ser un gran día/ plantéatelo así/aprovecharlo o que pase de largo/depende en parte de ti…’; y una conversación, por separado, con miembros directivos de la asociación puede hacer que el optimismo y el buen humor se desvanezcan, en un dos por tres…y aparezcan, en cambio, la frustración y la rabia. ¡Y tú que pensabas que era un ‘gran día’!

Pero resulta que sí, y en alguna parte de ti lo sabes: Era y continúa siendo ‘un gran día’…Uno para ser sometida a prueba, o como se dice en italiano ‘mettersi a prova‘, y conocer así los propios límites; límites que, según la presidenta de la asociación, más que un techo, pueden ser los cimientos para construir nuevas posibilidades. Pero el (re)conocimiento de los límites no es una cosa fácil ni mucho menos indolora…y los métodos no son siempre ortodoxos.

Así es que como, el famoso ‘gran día’ ha pasado a hacer uno para hacer revisión interna y conocer los puntos ciegos individuales; porque estos puntos ciegos no pueden advertirse sin la presencia del otro…a veces a fuerza de repetidos choques, más metafórica que literalmente hablando.

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El diablo no hace sino reflejar nuestra sombra

Porque cierto que la vida en comunidad puede ser muy gratificante y mucho más divertida que vivir en un apartamento, sin ni siquiera saber el nombre del vecino, pero no es (más) fácil. Para nada…La cercanía hace que las costuras se vean, que las máscaras se caigan y que lidiando con los monstruos ajenos termines luchando con los tuyos. El crecimiento espiritual no está en irse a vivir a un monasterio budista en el Tibet, sino en estar con tantos otros en una realidad más ‘mundana’. ‘Puedes correr, pero no esconderte’. Como si fuese el Arcano XV del Tarot de Marsella, El diablo, sacándote la lengua, burlándose de ti…Recordándote cuan humano e imperfecto eres…y cuanto te queda todavía por aprender. Y te puedes molestar (así como lo hice yo) y mandar a todos a freír monos (así como también hice…a mi modo). Puedes seguir cantando canciones de Serrat (así como continúo haciendo), pero ya lo sabes: El diablo no está afuera, está adentro…¿Y ahora qué harás Yo todavía no lo sé…Mas cualquier información será bien recibida.

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